miércoles, 2 de enero de 2013

Flujos inversos


Cuando escuchaba nuestras canciones me daban igual. Me gustaba que me recordaran a ti, pero nada más. No me entristecían por algo que era imposible por aquél entonces, simplemente me gustaban. Ahora, cuando las escucho, trato de evitarlas y si no es así, es porque como a todo ser humano, disfruto sufriendo, y prefiero de esta manera, idealizar lo sucedido y darle un toque aún más dramático. Dicen que el amor y las relaciones humanas son muy complejos. Yo también lo pienso. Son cochambrosas si las haces tú así. Pero a veces, las cosas se reducen a un silogismo muy sencillo. Hay que quemar las cosas cuando están calientes. Si no, pierdes la oportunidad. Se consume todo por sí mismo. La cosa se complica cuando buscas calor cuando sólo queda la hiel de esa llama. Cuando tratas de encender algo que ya estaba mojado e ilusamente, crees haberte calentado cuando encuentras unos resquicios que aún, curiosamente, parecían secos.

Después de mucho tiempo, te basta sólo una noche para ver lo afortunada que fuiste por tener a ese alguien a tu lado. Antes, ni lo habías considerado, porque no te dio tiempo a hacerlo. Entraste en un lapso de seis meses y consumiste hasta la última gota de esa experiencia. Volviste y eras tú quien estaba completamente mojada y por la tanto, era imposible que incendiaras. Flujos inversos, se dice. Así de sencillo pero así de complejo. Ni hay vuelta atrás ni se puede ir hacia delante.  Así es la vida, y pese a que te consideres una persona especial, el despecho no entiende de belleza, inteligencia ni pasión. A todos nos llega.



No hay comentarios:

Publicar un comentario