-Hola
-¿Hola?
¿Cómo? ¿Hay alguien ahí?
-Hola, soy
tu reencarnación.
-¿Qué
narices…?
-Sí. En
principio tú y yo no deberíamos conocernos nunca.
-¿Qué?
-Estás en el
inpass de la vida y la muerte.
-Un momento,
un momento. Eres una jirafa y me estás hablando.
-Sí.
-No puede
ser. Es imposible: hace unos minutos me encontraba aquí sólo, llorándole a la
vida. Tumbado, con los ojos en blanco.
-Sí.
-Y ahora
vienes tú y empiezas a hablar conmigo.
-Me compadezco
por tu suerte. Soy tu reencarnación.
-Eso
significa que estoy muerto, ¡¿no?!
-En cierto
modo, llevas unos meses más muerto que vivo. Ahora estás, concretamente, con un
pie dentro del fin de tu calumnia.
-Hacía
tiempo que no experimentaba algo tan excitante…
-Yo también
me encuentro perdida. Hoy cumplo un mes. Mi madre me ha dicho esta mañana:
anda, vete a conocerte. Y así lo he hech…
-Entonces,
estás ocupando dos almas…
-Déjame
explicarte. Mi madre me ha explicado que todos, cuando morimos, nos reencarnamos.
Renacemos en otros cuerpos. Pero el alma siempre es la misma. Envejece de una
manera peculiar: una vez muerto el cuerpo, ella renace, es decir, se transforma
en una nueva, sin ningún recuerdo de la vida anterior. Pero nunca se destruye.
No sé cómo, ella sabía que mi antigua alma se hallaba delirando entre el cielo
y la tierra hacía unos meses y que, desde hace unos días, está prácticamente
abandonando su vida.
-¿Qué, qué…?
-La cuestión
es que tú aún sigues vivo, aunque tu
tiempo en este suelo, empieza a agotarse.
-¿Y por qué
nos hemos conocido?
-Quizás por
un fallo del sistema. Somos tantos, que a veces cometen errores y se descuidan
de alguien. En tu caso, te has quedado suspendido entre la vida y la muerte.
Tranquilo, en cuestión de horas o incluso minutos, dejarás de existir y no
recordarás nada. Pero yo sí. Siempre podré decir que me conocí en otra vida y
que he surqueado dos cielos.
-¿Y si esto
es solo producto de las setas que he engullido?
-Eran uvas.
-¿Cómo lo
sabes?
-Porque tú
ya eres yo.
-¿Bueno y
para que has venido ahora?
-Curiosidad.
También, son tus últimos momentos. ¿Quieres compartir algo conmigo antes de
desvanecerte?
-Ciertamente,
llevo unos meses aniquilando paulatinamente todos mis sentimientos y recuerdos.
Menos la tristeza. Estoy vacío. Lo único que resta en mí es la desdicha. Ese
maldito sentimiento. Cuando me libere de ello, alcanzaré el nirvana. Estaré
limpio como si….
-Como si
estuvieras preparando tu alma para un nuevo ser. Como si tuvieses que dejar el
contador a cero.
-Tiene su
lógica. Para morir como nací. Pequeña, si encuentras a alguien como tú, sea
macho o hembra, no la sueltes, aférrate a él o a ella. Porque, pese a que no me
creas, somos muchos y es muy difícil encontrar a alguien con quien compartir lo
más profundo que hay en ti. Y la felicidad, cuando la conozcas, la querrás
compartir con alguien. Suerte.
-¿La
felicidad? Buen viaje.