Llevaba demasiado tiempo sin sentirme así. Ya lo echaba de menos. Sentirse una maldita montaña rusa, pensar que puedes quedarte colgada en cualquier curva, en cualquier desliz y zas! Se acabó lo que se daba.
Puede parecer que me guste el sufrimiento, pero a veces, es una forma de darte cuenta que estás realmente viva, que puedes darte cuenta de todos los alfileres que te clava poquito a poco la vida y esgrimir en un pequeños suspiros tu dolor a la vez que sonríes de una manera alborozada, casi sin darte cuenta. Esta sensación me ha acompañado desde hace años y uno le coge cariño a sus imperfecciones y a sus congojas.
¿Qué contrariedad, verdad? That's life.
M'agrada molt, Marta! Ánims :)
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