“¡Qué cosa sublime no es la música, tan sublime como
profundo e inescrutable es su misterio! ¿No vive acaso en el espíritu mismo del
hombre? […] ¿No lo colma de dulcísimas imágenes oníricas, arrastrándolo a una
vida diferente, luminosa, ultraterrena, donde el hombre encuentra refugio de
las deprimentes penas de este mundo? […] Sí: una fuerza divina lo invade
entonces. Y quien se abandona con infantil pureza de sentimientos a las
solicitudes de la fantasía, aprende a hablar el lenguaje del romántico, mundo
sin explorar de los espíritus, y evoca inconscientemente (como el aprendiz de
brujo cuando lee en voz alta en el libro mágico del maestro) hileras de ángeles
y de demonios maravillosos, que se mueven alrededor del mundo como aéreos
séquitos de danzantes, suscitando una palpitación de infinita nostalgia que
nadie alcanza a percibir”.
E.T.A HOFFMAN (1766-1822)
¿Y para mí?
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