La nostalgia o la añoranza siempre se ha relacionado (o casi siempre) con la tristeza. Con el sentimiento de pena o melancolía que siente una persona al recordar una vivencia pasada, una persona o simplemente, algo que ha dejado atrás pero que su rastro sigue latente.
Para mi no es solo tristeza, es recordar, mientras se me eriza el bello y el lagrimal enciende el intermitente, momentos en los que he sido tan feliz que realmente me produce un destello de confusión pensar que no los volveré a repetir.
Sigo con el imperativo de que sentir dolor, añoranza, tristeza, alegría o cualquier sentimiento, siempre es símbolo de estar vivo, de que no te hundes en la espuma de los días y te dejas llevar por el pesimismo, la crudeza y insensatez de un mundo que se está carcomiendo a él mismo.
jueves, 10 de noviembre de 2011
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Estética Musical
“¡Qué cosa sublime no es la música, tan sublime como
profundo e inescrutable es su misterio! ¿No vive acaso en el espíritu mismo del
hombre? […] ¿No lo colma de dulcísimas imágenes oníricas, arrastrándolo a una
vida diferente, luminosa, ultraterrena, donde el hombre encuentra refugio de
las deprimentes penas de este mundo? […] Sí: una fuerza divina lo invade
entonces. Y quien se abandona con infantil pureza de sentimientos a las
solicitudes de la fantasía, aprende a hablar el lenguaje del romántico, mundo
sin explorar de los espíritus, y evoca inconscientemente (como el aprendiz de
brujo cuando lee en voz alta en el libro mágico del maestro) hileras de ángeles
y de demonios maravillosos, que se mueven alrededor del mundo como aéreos
séquitos de danzantes, suscitando una palpitación de infinita nostalgia que
nadie alcanza a percibir”.
E.T.A HOFFMAN (1766-1822)
¿Y para mí?
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